Primer Libro de Poemas Searus

Primer Libro de Poemas Searus

Certámenes: I, II y III ( 1978-1979-1980)
Año de Edición: 1982
Portada: Manolo Bernal
Prólogo: Juan Collantes de Terán
Poetas:

I Certamen, año 1978
Onofre Rojano
Juan Manuel Vilches y Vitienes
Jesús Troncoso García
Manuel de Fora
Manuel Sollo Fernández

II Certamen, año 1979
Rosa Díaz Martínez
Mª Josefa Roales
Ramón Reig
Manuel de Fora
Juan García Garrido

III Certamen, año 1980
Daniel Pineda Novo
Emilio Durán Vázquez
Manuel Bernal Romero
Manuel de Fora
Mª Carmen Ayala

PRÓLOGO al Primar Libro de Poemas

            La aparición de una entrega de poesía supone siempre un canto de alegría íntima. Es como si toda la existencia se transfigurara, en túnica de luz al aire, para recorrer los entresijos del hombre. La poesía está aquí y yo puedo tomarla en las manos. Es, en definitiva, el milagro conseguido desde la perfección. La causa última de nuestra existencia, que no permite pregunta ni duda. Vosotros, poetas de Los Palacios, sabeis lo que significa reunir en varias páginas una colección de poemas que ahora ven la luz calurosa del verano.
            Doce poetas salís a proyectaros en el horizonte luminoso de un paisaje, donde la naturaleza colorea de azul ocre, entre olivos y tierra calma, el aire denso para enmarcar el arado o el río, el huerto o lo plaza, el ladrillo cocido o la azotea o la fuente. Por estos poemas circula una intensa corriente de fervor y éxtasis entretenido en el anuncio de una mañana nueva, en la tarde sentimental del grito o en la quietud de la noche.
            Así, el medio se adapta al cuerpo del poema. Es necesario que así sea. El verso fluye mansamente en esta entrega que ha preparado SEARUS. Y los nombres ONOFRE ROJANO, JUAN MANUEL VILCHES, JESÚS TRONCOSO GARCÍA, MANUEL DE FORA, MANUEL SOLLO FERNÁNDEZ, ROSA DÍAZ MARTÍNEZ, MARÍA JOSEFA ROALES, RAMÓN REIG, JUAN GARCÍA GARRIDO, DANIEL PINEDA NOVO, EMILIO DURÁN VÁZQUEZ, MANUEL BERNAL Y Mª CARMEN AYALA, fijan en las páginas de la publicación que ahora aparece, la postura lírica de un momento determinado para el encanto, para el éxtasis o para componer con la palabra un lenguaje de plenitud poética.
            Joaquín Romero Murube, a quién ahora evoco en vuestro paisaje, os hubiera incluido en su libro “El Pueblo”, porque SEARUS empieza a profundizar sus raíces en el caserío y en campo de Los Palacios y Villafranca. Y ahonda su canto con ecos que vienen desde antiguo. La canción de siempre en Andalucía, por ejemplo, en Juan Manuel Vilches:                                                          
                                   “El hombre que lucha siempre
                                   por la muerte de los niños
                                   es hombre que mucho muere”

            Sin querer, el recuerdo de Antonio Machado -¡ tan íntimo!- surge en estos que también podían llamarse “proverbio y cantares”, o la canción albertiana, en forma de chuflilla popular:
                                  
                                   “Niño alado en las entrañas
                                   que voló de mar a mar
                                   para encontrar tu mirada”.

            O el romance tradicional, tan encajado en el pueblo, en los versos de Manuel de Fora:
                                   “…abrió sus manos y el viento
                                   se las sembró de ortigas…”

            Bécquer, en su prólogo a “La Soledad” del poeta madrileño Auguto Ferrán, habla de dos clases de poesía: una, que se reviste con toda la pompas de la lengua; es la poesía magestuosa y sonora, que deslumbra, pero rápidamente pasa y se desvanece; y la otra, breve, seca, desnuda de artificio, que brota como una chispa eléctrica y enciende las mil ilusiones que pueden vibrar en el lector apasionado. Esta es la poesía del pueblo, dice Bécquer. Esta es la verdadera poesía.
            Siga el lector con cautela en descubrir esta poesía que nace en las raíces de la expresión más auténticamente popular.

                                   “El pueblo sigue en su loma
                                   corboneando los olivos…”

            No es mi intención glosar cada uno de los poemas que ahora se publican. En todos descubriríamos esos “gritos interiores” que acabo de citar. En todos se desvelan la “vibrante arteria entre el muro y la sangre”, como se expresa Onofre Rojano, en uno de sus poemas. Red arterial, vida, en fin, pálpito y pulso de lo que dicen y de lo que quieren unos poetas del Sur. Esto si que es importante, porque supone la expresión del testimonio lírico de una parcela poética de Andalucía y el modo de decir también y comunicarse. La poesía no existiría si no hubiera esta comunicación. Ella queda palpable en estas páginas, como una especial manera de decir. Surco y herida, raíz y testimonio que recoge SEARUS en estas páginas para constancia de unos poetas andaluces.

                                                           Juan Collantes de Terán


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