Ramón Reig, 3º Premio Searus-1979


RAMÓN REIG
Ramón Reig. Foto: Ateneo de Córdoba.

Nota Biográfica

          Ramón Reig nace en Sevilla a finales de 1954. Su vocación poética comienza a los 12 años de edad empezando ya a escribir pequeños poemas y narraciones. Aunque ha cursado estudios de Historia y Geografía, actualmente se dedica a la labor periodística en la que dio los primeros pasos cuando contaba 18 años de edad. Tiene publicado un libro de versos, “La Música” y ha participado en tres libros colectivos de poesía editados por el grupo poético “Gallo de Vidrio”, al que pertenece: se trata de “Aljibe”, “Cántaro” y “Al aire el canto del gallo”. En la actualidad prepara la edición de un nuevo libro de versos: “Ese tul sombrío de negras formas”.

                                                 Ramón Reig, 1982



Obra: “La espada flagelada”
(Poema en nueve cantos,
 a la Semana Santa de Sevlla)
3º Premio, II Certamen de Poesía Searus, año 1979.


                              I
                    PREFACIO

          Pesa el amor, la mirada, la justicia.
          Desnuda las espaldas que bajo los pasos la llevan.
          La piel salta como si la flagelaran,
la sangre empieza a enseñar su temido rostro.
          Ha comenzado la ceremonia
y un año más tu vida y tu muerte
se derraman sobre las calles,
y todo tú, con tu inmensidad,
esparces una poesía inagotable.
          Como tu amor.


                              II
                    DOMINGO
              “Cristo del amor”

          Nunca la muerte mostró tan clara
su túnica de azabache.
          Cuando tú expiraste nació la muerte,
Cuando tu muerte, mi vida, mi razón, mis lágrimas.
          Qué diáfano veo ahora tu amor
Tras las palabras
y los cantos que me lo ocultaban.
          Tu amor es la cruz que te rasga la espalda,
la colina roja de claveles
mirándote con sus pétalos,
las pisadas broncas en el entarimado
que te derrama sobre el gentío,
dulcemente,
como agua de arroyo
sobre corazones del limo y esperanza.


                              III
                         LUNES
               “Jesús de las Penas

          Te estás mirando en tu caída.
          Recuerdo tu rostro mirando lejos,
y los cimientos de tu destino
sosteniéndote los párpados que,
como dos pesadas losas,
querían hacer yacija de tus ojos.
          Yo he seguido la dirección de tu mirada.
                    (¿Por qué todos te miran y nadie ve el camino
                    que dibujan en el viento tus pupilas?).

          Allí, al final, estabas tú,
te habías puesto una chaqueta
de soledades, unos pasos indecisos,
un rostro ebrio y perdido.
          Abriste los labios en dulce lentitud
para hablar y para hablarte,
sin permitírtelo el aldabón
con sus alertas al “todos por igual”.
          Las espaldas flageladas alzaron tu flagelada espalda
y quedaste mirándote
hasta perderse tu mirada en ti mismo.


                              IV
                       MARTES
          “Cristo de los estudiantes”

          No he sido yo.
          Yo no te he matado.
          Diles que yo nada he de ver en tu muerte.
          Que soy como el aire sometido a leyes fijas.
          Que el aire no es libre
y mi desgracia y mi ventura es saberlo.
          Despiértate.
¿Quieres que limpie la sangre de tu boca,
Que te aparte del rostro los cabellos?...
          Ay, Jesús, que ya te has muerto
y no has guardado ni una pizca de tiempo
para librarme a mi de culpa.


                              V
                    MIÉRCOLES
          “Jesús de la Misericordia”

          Si me hubieras mirado entonces…
          Si hubieras movido un dedo tan sólo
en aquel Miércoles que entré a disfrutarte…
          Pero tus manos estaban plácidamente cruzadas,
caídos tus brazos, y tus ojos dibujaban
dos hálitos de vidrio en el suelo.

¿Dónde reclinar esta frente cargada de espinas invisibles?

          Eres implacable conmigo.
          Acaso olvidaste que me hiciste humano.
          O acaso esté demasiado presente en tu memoria…


                              VI
                       JUEVES
              “Quinta angustia”

          Tu vida se ha posado en los ojos de un niño,
en los labios de un poema,
en el canto de una flor.
          Desde allí mira tu cuerpo balanceando
sobre espaldas flageladas.

          ¿Quién te podrá tocar cuando besen
tu amor y tu odio la tierra?

          Quédese tu cuerpo en el aire.
          Ya no existen ojos de niño,
cantos de flores, ni tienen labios los poemas.


                              VII
           VIERNES (madrugada)
                    “Gran Poder”

          Tú eres el alma.
          El alma te hace el camino.
          Y cuando caminas
no hay nadie en el mundo
sino solo tú.


                              VIII
                    VIERNES (tarde)
                       “La mortaja”

          Trae la campanilla ecos de muerte,
olor a sábanas, voz macilenta.
          Detrás, dieciocho ciriales de silencio.
          La calle Placentines es túmulo
para tu cuerpo, y a tu paso
sus casas se abren para llevar
tu sueño a sus entrañas,
para que des calor a su vejez
con tu cuerpo asesinado.


                              IX
                       SÁBADO
                “Santo entierro”

          Hoy es Sábado, ayer fue Sábado
y mañana seguirá siendo Sábado.
          Sábado gris, piedra bajo tu cuerpo yacente.
          Las calles están llenas de almas
que se nutren con la vida de tu muerte,
ojos que te miran,
bocas que te llaman,
manos que tocarte quisieran…
          Para resucitarte y tenerte.

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