Ramón Gálvez Pérez, 2º Premio Searus-1990


RAMÓN GÁLVEZ PÉREZ

         
         
Obra: “A VECES ME SUCEDE”
2º Premio, XIII Certamen de Poesía Searus, 1990


                                                  A veces me sucede que no me pasa nada       
                                                                                       Gloria Fuertes        



…QUE llaman a la puerta y es el pobre de siempre
a recibir la inútil limosna que le ofrezco
buscando que me absuelvan sus manos sarmentosas,
que me asomo intentando averiguar el día
y bajo mi ventana encuentro a las acacias
esperando a los perros del barrio que con mimo
les lamen la corteza crujiente de deseos.
Que me miro al espejo, –lo hago para afeitarme–,
y me responde siempre con las mismas arrugas
que ya tengo olvidadas de tanto conocerlas
y en las que cada día el miedo profundiza.
Que al ir a mi trabajo tropiezo con el guardia
bostezando en la esquina mientras a sus espaldas
el dueño de una moto y el dueño de un mercedes
discuten quien ha sido el culpable del suceso.
Cuando ojeo la prensa frente al café con leche
me entero que ha aumentado el número de muertos
y que es imprescindible, –por razones de higiene–,
encontrarles refugio en alguna estadística.
Hay muertos que acontecen en cualquier carretera,
muertos que no han logrado la pubertad y han muerto
víctimas de esa plaga que llaman tercer mundo.
Hay muertos que le besan las manos a la muerte,
muertos que han elegido morir por cuenta propia
sorprendiendo a la vida con un corte de manga,
y en Estados Unidos hay muertos oficiales
para que los verdugos ejerciten sus oficio.
Te salen al encuentro las guerras cotidianas
y lees que ha subido el precio de la leche
y que algún diputado se viste de gitana
para firmar contrato con cualquier empresario
y que el hombre del tiempo ha vuelto a equivocarse
y que algún deportista, –eso no falla nunca–,
ha batido el record de altura y ya está el mundo
salvado con su hazana…


                                                 A veces me sucede…

que cuando llego a casa está puesta la mesa
sobre el mantel el agua y el pan recién cortado,
que se ha quedado fría la sopa y me reprochan
que haya llegado tarde sin haber dado aviso,
que Paca no ha parido y está fuera de cuenta,
que el niño tiene fiebre y no ha venido el médico,
que al abuelo le duelen de nuevo las rodillas
y ya no se decide a salir de la cama,
que mañana nos cortan la luz si no pagamos,
que el coche tiene asma y ya no sube el puerto
mientras que la vecina se ha comprado uno nuevo,
que me voy al servicio y tardo media hora
porque aprovecho el tiempo leyendo una novela,
que llevo veinte años tirando la ceniza
al suelo y que los muebles están todos marcados,
que Adolfo en la oficina no deja de afearme
y va a impedir que el dueño me conceda el ascenso,
que un hombre con mis años ya no tiene derecho
a mirarle las tetas a una joven de quince
ni a meterse en la cama con la sangre en acecho
para hacer el amor tres veces por semana…


                                                 A veces me sucede…

que todo lo que ocurre me lo sé de memoria.
Sé que la vida en humo se me va de las manos
como hervor que no encuentra materia en que instalarse,
como lirio que inventa un vestido de espuma,
como sombra disuelta entre piedras azules.
Luego meto la mano y encuentro en le bolsillo
el terrible agujero por el que han escapado
sonrisas oxidadas, un pájaro amarillo,
una manzana verde, un ramo de violetas,
un frasco de aguardiente, el ascua de la aurora,
un aldabón de oro y una pluma de alondra.
Y es que acaso la vida en sí no es otra cosa
que repetir reflejos de algo que no ha nacido
y tiene la apariencia escondida en los pliegues
de una luz imposible.
A veces me sucede que no me pasa nada
y cuando pasa algo…
          …siempre pasa lo mismo.

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