Trinidad Lorca, Finalista del Premio Searus-1991


TRINIDAD LORCA

Nota Biográfica

          Trinidad Lorca nace en Sevilla en 1942.
          Tiene publicado tres libros: Luz y Sombra, Sonetos de confesión y Concierto para nadie.
          Premio “Diego Bautista Prieto”, 1991, de Jimena de la Frontera. Finalista de “Barro”, de Sevilla, “Bahía” de Algeciras y “Ana del Valle” de Asturias.
          Ha publicado en revistas “Peliart” de Madrid, “Prometeo” de Madrid y “Aparejadores” de Sevilla.
          Dado recitales en diversas peñas culturales y Biblioteca Pública de Sevilla.
          Es miembro Honorario de la sociedad Iberoamericana de escritores de los Estados Unidos de América.

Trinidad Lorca, noviembre de 1992.
         

         


Obra: “NÁUFRAGOS”
Finalista, XIV Certamen de Poesía Searus, 1991



                              I

“La muerte nos condena a la cultura”
                    O. Paz


SI sólo fuera
una leve presencia que se evade…
cuando la lluvia cae en el balcón
y yo bebo en el cuenco del recuerdo.

Si sólo fuera
que la estancia vacía se agiganta
convirtiendo los espejos en raíles
como el ruido que hizo el tren
cuando aquel día.

Si sólo fuera mi dolor
el sueño milenario
donde niños me recuerdan
que la vida se recorre en un instante.

Si fuera sólo
semillas que se aíslan
y la grama rebrotara entre nosotros.

Si tan sólo una esperanza
la brújula perdida de tus ojos
y la víctima papeles deshojados
como un resto de llama que se extingue.

Si sólo fuera olvidar
que tu antigua pequeñez fue suficiente
para borrar la cicatriz, (si sólo fuera…)



OCTUBRE que pregunta;
y es el invierno viejo
como un anciano
al borde de la noche.

Para qué ese incendio de guirnaldas,
ese lento llover de tanta nube.

La hojarasca rueda en la alameda
y hay un corro de niños
que cantan a la vida.

Pero Octubre
y nada es como antes en las aceras,
ni las risas estrenadas en el asfalto
aminoran la tarde humedecida,
ni el jolgorio de las voces,
ni la hoja que pendula
en la rama rebrotada.

Siguen corriendo las vísperas de antes,
las agrietadas noches sin barreras,
todo está mojado y diluido,
irremediable anciano hecho
con todos los inviernos de un octubre.



PORQUE sólo me queda un puñado de hilos
donde las cosas tejidas duelen,
esas cosas que clavaron su presencia
cuando todo lo resolvía la luz,
ese mundo que no acaba
porque tú sigues viviendo
ajena y temerosa de perder
la cosecha construida,
o acaso nada más
soñar que la has tenido.

Que una aguja finísima
ha traspasado ya tus párpados
sin noche.

Porque sólo quedan
otros ojos pequeñitos
en la última página del álbum,
o tal vez volver de nuevo a lo que fuimos,
a ese reino intransferible
donde la ternura
ha anunciado ya su ausencia.

Porque sólo quedan hilos
hilvanados por las manos
tan usados de vivir.



                    “Las horas que timando están los días,
                    Los días que royendo están los años.”
                                       L. De Góngora


PORQUE alguien me recuerde,
me sobreviva alguna tarde
cuando la primavera pone intenso
el sol de la mirada.

Se aprisiona los espacios
en que siempre descubría
esos vientos racheados
de mi odio y la ternura.

Si algún día existe alguien
que me ofrezca el recorrido
por mi cuerpo babilónico
mitad dardo-escalofrío,
se habrá cumplido el rito de los sueños.

Me olvidarán aquellos
por donde mi niñez trepaba
hasta la hoja cruel del calendario.

Tan sólo algún amigo
de quimera y bemol
atinará con el arco,
violín precipitado donde habito.



SE que algún día, muy pronto,
me embargarás la vida
sin someter siquiera
mis bienes a otros ojos.

Y llenarás los huecos
de todas mis jornadas
con saldos vigilantes.

Subastarás mi tierra,
mi corazón gastado,
mi vientre ya despierto,
mi casa destruida.

Pero me pongo a salvo
librando la memoria
de tu ambición de mí.

Mas guardo la esperanza
de que aún no estás saciado,
porque tengo una vida
que tú no has consumido.



LA mesa está servida, mas no tengo
comensales ausentes que me ignoran.

Me tomaré la tarde en una taza,
la paciencia en la fuente de domingo
y estaré sola para estrenar mantel.

Después los platos sueltos y la esperanza
jugarán al tute con mis ojos,
un postre derretido por las velas
me cantarán los siglos que he bebido.



                                       II

          “Estoy solo y no hay nadie en el espejo”
                              J. L. Borges


ACAPARAR todas las luces
y estar solo en el espejo,
la silueta se deshace con la niebla,
te hostiga la desgana de la tarde.

Para qué ese óvalo cerrado,
esa imagen callada y diluida
que abastece tu noche de esperanza.

Tanta luz en el espejo
para irradiar los centros de la bruma,
acaparar los ámbitos
con el último rayo disponible
que encenderá tu vida en holocausto.


HEMOS vuelto otra vez
a la última casa de la siesta,
al jardín en miniatura de otra gloria,
a recuperar naranjos,
cerezos incipientes
para adornar otros labios de alegría.

Hemos vuelto
al estanque brillante de esa playa
donde peces heridos por las rocas
nadan con los últimas aletas disponibles.

Ese acuario iluminado
nos redimió del tiempo y la costumbre
sin saber que aceleraba
lo que dimos en llamar inevitable.

Hemos vuelto otra vez,
cantemos un bemol para otros ojos,
para esa estirpe pequeñita
que nos hizo ya inmortales.



YA escasamente pienso
en esa luz abierta
de todos los balcones;
ni un timbre de teléfono
marcó la fecha exacta
de la última opción a la dicha.

Como si el mundo fuera
un llano o un desierto,
la amargura se sentaba
al borde de la mesa,
mientras la última copa
se agotaba emborrachando las cuartillas.

Escasamente pienso;
no vigilo los postigos entornados,
ni esa mancha de polvo de la alfombra,
descanso boca-abajo al filo de la noche,
el mundo, indiferente, en mi se precipita
como si fuera roca o vendaval que barre
la sal de mi memoria, salitre amontonado.

Mas pienso en el regreso del amor
y llevo la última mirada
a tu fotografía.



                    “Quizá me confundí de calle y de ventana.”
                                       J. Egea


CUANDO,
en aquella ciudad oscura donde nacimos
con la miseria de todas las jornadas,
las luces extrañas de los primeros andenes.
Cuando moríamos en el tiempo
tan burgués del exterminio,
el talud de los engaños
donde penetra la sombra,
los escombros socavando
los siglos venideros.

Por eso fuimos tan vencidos
como el aire que voltea la hojarasca,
atrapados en ese espacio
sin compartirlo nunca.

Y la pregunta de un día sin respuesta
que ocupa tu almohadón y se amontona
como un golpe de mar en tu cintura.

Navegamos tanto tiempo
al norte equivocado de una brutal desidia,
que las calles desplomaban nuestros pasos
y el asfalto era una grieta de orfandad.



Y la libertad queríamos,
y queríamos el olor de los azahares,
esa plaza donde ardía la balaustrada del alba
cuando una gota de gozo nos tensaba en el amor.

Mas entonces no supimos envejecer
sin decir que confundimos
la calle y la aventura.
No admitimos confesar,
responder que hay que seguir
a pesar de tantos saldos
que nos pasó el dolor.

2 comentarios:

  1. Me gustaría ponerme en contacto con mi antigua amiga Trinidad Lorca.¿Podría alguien de esa Asociación facilitármelo? Gracias.

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    1. María del Águila, desconocemos la dirección de Trinidad Lorca. Un saludo. AC. SEARUS.

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