Manuel Nadal Madrid, 2º Premio Local Searus-1986


MANUEL NADAL MADRID

Breve nota biográfica

Manuel Nadal Madrid


Manuel Nadal Madrid, natural de Fuente Ovejuna (Córdoba), poeta y pintor.
Profesor de Educación Primaria en el Colegio Juan José Baquero de Los Palacios y Villafranca.
Director durante algunas temporadas del grupo de teatro local “Pedro Pérez Fernández”.
Mantenedor-Presentador del IX Certamen de Poesía Searus (1986), diseñador de los carteles en diversas ediciones del certamen y colaborador, siempre, de la Asociación Cultural Searus.
Realizó la portada e ilustraciones interiores del libro de poemas, con las obras ganadoras del XV Certamen de Poesía, que editó la Asociación en el año 1992.
En 1995 fue designado por la Hermandad de San Isidro Labrador para realizar el I pregón dedicado al Patrón de la Hermandad y que servía de pórtico a la tradicional romería Palaciega. El mencionado pregón fue pronunciado el 30 de abril en la Parroquia de Santa María la Blanca.



A.C. SEARUS, abril de 2012



Obra: “DEL AMOR A LA ANGUSTIA POR LO SOLO”
2º Premio Local, IX Certamen de Poesía Searus, 1986



LO TEMIDO

          Y cuando la inquietud busca
del sosiego su “aquiles”,
se sienta, en tronco de terciopelo negro,
la duda, que sarcásticamente ríe
tras velos de azabaches y crisantemos.

          ¡ Campanas …
evocad aquellas glorias, pero
con susurros de mortaja ¡.

          ¡ Callad …
que el silencio habla ¡.

¡ Callad, por Dios,
que puedo morir sin haber unido el alma ¡.

          ¡ Campanas … ¡
          ¡ Campanas … ¡.



DE NADA

          Se me apetece la evasión
ante el desengaño, pero
es que no puedo.

          Deseo el ansia,
y me amarga la hiel del desencanto.

          Evoco apresurado el pasado,
felicidad ficticia,
y no consigo ni añoranzas.

          Me miro en mi espejo,
y al no verme nada,
quisiera ahogarme en la nostalgia.

          Y a donde mire, no veo
sino sombras de nubes sin color,
sin formas,
sin nada.

          Y se siente, porque lo sientes,
una pena, y tan grande, que sólo se compara
con aquella que del amor se siente,
cuando es falso porque nunca estuvo
El Eterno Presente.

          Y la ausencia no es ansia de presencia,
y la presencia, ¡qué pena!, apaga
aquella lucecita que luz daba
al sueño, que alguna vez se sueña
que al despertar, no despiertas.

          Y si supiera el deseo que
la flor solo espinas regala
no se hubiera hincado aquella espina
que fue estaca.

          Pero el deseo no sabe,
porque no le dicen nada;
se imagina, eso sí, que siempre hubo y habrá esperanza…
Pero no en tu cara, que en ti,
no es reflejo del alma.



SIN NADA

          Prefiero de la soledad lo solo
porque me pesa el sentimiento.

          Busco de mi lumbre el rescoldo,
y me lo apaga el viento, poco a poco.

          Escucho el silencio,
y no oigo.

          Me miro la mirada en estos huecos –antes ojos–,
y no veo.

          ¡Maldito sea el espejo¡.
          ¡Maldito sea el sueño!.



QUE NO NADRE

          Que ya no quiero la vida, madre.

          Que huelo el perfume de la flor
que no huele nadie.

          Que oigo, de lejos, el murmullo del río
en el que no puedo bañarme.

          ¡Qué se calle el río, madre!.
          ¡Qué no huela el aire!.



ADIOS

          Y llegó a serle todo
un ir y venir, y sin moverse,
como un paseo sin pasos entre
sus circunstancias y sus inconvenientes.

          Y no le gustó.
          Y le hirió el alma.
          Y no luchó.
          Y no supo seguir.
          Y no avanzó.
          Y se quedó.
          Y se perdió.
          Y nunca volvió.



                                       “Anduve andando el amor
                                               ni él me encontró
                                               ni lo encontré yo”.

EVOCANDO

          Alguien me dijo
que por qué te cantaba de lejos
y no estaba contigo.

          Le respondí
que cada cual estaba en su sitio.

          “Y … ¿Dónde está el otro sitio?”, continuó.
          “¡Si yo lo supiera!” le respondí yo.
          “¿No tienes caminos?”, insistente preguntó.
          La respuesta fue el silencio, y él continuó:
          “¿Ni veredas, ni senderos?” …

          Y con movimiento de cabeza,
tristes los ojos, le dije que no.



LA MÁS GRANDE

          El ángel perdió sus alas
y el pájaro su pluma,
la flor olvidó el perfume
y el arroyo su espuma.
¡Pena como ninguna!.

¡Esas no son penas
comparadas con la mía!



HASTA EN LA NADA DEL AMOR HAY TRAICIÓN

          ¡ Ay amor, que viniste del aire !
          ¡ Ay amor que nunca llegaste y
Presente estuviste en una llama que no arde ¡.

          Ojos negros, no profundos,
Viento de espumas manchadas de tizón.

          ¡ Ay dolor, que al fondo llegaste ¡
          ¡ Ay del dolor que vence el amor ¡.

          Traidor de sí mismo, el campo negro
arrastra su desolación.

          ¡ Ay amor, que de la nada llegaste ¡.
          ¡ Ay de ese viento, de esa espuma y
                                       de ese aire
tiznados con carbón.



SIEMPRE ES OTOÑO AL CAER LA TARDE

          Septiembre,
oráculo crepuscular de rojos,
donde el verde torna a pardo, y
el amarillo lo llena todo.

          ¿Otra vez tú, Septiembre?.
          ¿Otra vez la lágrima a mi ojo?.
          ¿Otra vez …?.
          ¡Otra!.



EL SOPLO

          Y el viento
–mensajero fiel del suspiro–
          trae

–con la lluvia de primavera–
          un manojo de aire,
que coloca, donde seguro sabe,
          no reina el olvido.

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