Mª Carmen García Andrés, Finalista Premio Searus-1995


Mª DEL CARMEN GARCÍA ANDRÉS

Nota Biográfica 
         
          María del Carmen García Andrés es madrileña y escribe poesía, cuentos y teatro infantil. Publica habitualmente en las revistas “ALISMA”, “ARBOLEDA”, “EL PREGONERO” Y BUSTARVIEJO.
          Ha dado recitales en la sede de la Asociación Hispana de Escritores, en el Club de Arte y en la Biblioteca Nacional de Madrid.
          En 1993 publicó en la colección “ALJIBES” de la Agrupación Hispana de Escritores el poemario “TRIGOS Y ASFALTOS”.

Mª del Carmen García Andrés, noviembre de 1996



Obra: “DICIEMBRE Y SU CANSANCIO”
Finalista, XVIII Certamen de Poesía Searus, 1995



DICIEMBRE Y SU CANSANCIO

          Al cabo de los años nos quedaremos solos.
De vez en cuando, un nieto alegraría la tarde.
Ya se han ido del nido las primeras sonrisas
que, soñando pañales,
alargaron los días dentrote estas paredes.

          El papel que cubriera las pinturas al temple
se nos puso amarillo
y, otra vez, remozamos los antiguos tabiques.
Sin piedad, nuestras manos desnudaron emblemas
y pintamos de blanco los recuerdos de alcoba.

          Y el salón,
que hace tiempo se nos hizo tan chico,
de pronto nos avisa de que le sobran sillas.

          En los cuartos pequeños
hay, todavía, noches de sueños adolescente,
pero, faltan espigas en los viejos jarrones.

          Al cabo de los años, dibujaremos sombras
y serán las veladas evocación serena.
De mirada a mirada, tu fatiga y la mía,
habitarán la siega. Nos quedaremos solos.

          Pero, tú y yo sabemos
que no habrá soledad en nuestra estancia
y que no habrá silencio –aunque estemos callados,
en tanto que mis labios encuentren a los tuyos
para fundir los besos.

          Va ganando la tarde de los fondos tornasoles
donde descansa el día,
                                       lentamente.
Auroramente joven regresará otra fecha,
y seremos amantes, solos en nuestro lecho,
recordando el principio.

          Cuando , al fin, la caricia no complete su vértice
en el labio del otro
y las manos paseen por el cuerpo que amaron
y, en su camino adviertan, doliendo los segundos,
que la muerte ha parado el reloj de los días,
se quebrará el abrazo en las arrugas gélidas,
ocupará los huecos un llanto derrotado.
El corazón –poema inacabado en las ausencias–
Sabrá que ya está solo.

          Diciembre y su cansancio, serán el aposento
del que, vencido, acepte la tristeza.

          De vez en cuando, un nieto, alegrará la tarde.

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