María Sanz, 1º Premio Poesía Searus-1999


MARÍA SANZ

María Sanz. Foto: Guadalturia.es

Nota Biográfica (1)

          María Sanz nace en Sevilla (8 de Enero 1956). Estudia el Bachillerato Superior, y confirma su vocación poética en 1976, fecha en la que aparece publicado su primer poema en la revista hispalense “Cal”. Ha intervenido en numerosos recitales poéticos y como jurado de premios literarios, citando a modo de ejemplo su participación en el “Proyecto Juan de Mairena” (Poetas en el Aula), de la Junta de Andalucía, y en el encuentro “30 años de Poesía Española”, celebrado en Sevilla en 1993. Asimismo, María Sanz figura en diversas antologías y estudios poéticos, tanto nacionales como internacionales, estando traducidas algunas muestras de su obra al polaco, inglés, rumano, italiano, portugués y francés.

LIBROS DE POESÍA

Tierra difícil (Libros Dante, Madrid 1981)
Variaciones en vísperas de olvido (Col. Vasija, Sevilla 1984)
Cenáculo Vinciano y otros escorzos (Ayuntamiento, Córdoba 19985)
Aquí queda la niebla (Col. Torremozas, Madrid 1986)
Contemplaciones (Col. Taifa, Barcelona 1988)
Jardines de Murillo (Edit. Regional Extremadura, Badajoz 1989)
Trasluz (Junta de Castilla-La Mancha)
Aves de paso (Diputación Provincial, Soria 1991)
Los aparecidos (Diputación Provincial. Guadalajara 1991)
Pétalo impar (Antología 1981-1991) (Col. Adonais, Madrid 1991)
Vivir por dentro (Endymion/Col. Premios R. de Castro, Córdoba 1992)
Desde noviembre (Colec. Tiflos, Madrid 1992)
Paseo de los magnolios (Colec. Provincia, León 1995)
Tanto vales (Asociación Escritores Españoles, Madrid 1996)
Polifonías (Ayuntamiento, Alcorcón 1997)
Días después (Segunda antología) (Col. Encalve de Poesía, Málaga 1997)
A cierta cultura (Endymion/Col. Premios R. de Castro, Córdoba 1998
Domus aurea (Editorial Aguaclara, Alicante 19994
Libro de la Tebaida (Ayuntamiento, Bujalance 2000)

LIBROS DE PROSA

Las mujeres de don Juan (Editorial Castillejo, Sevilla 1989)

PREMIOS POÉTICOS

“Manuel Ríos Ruiz”. Jerez de la Frontera, 1980
“Barros”. Sevilla, 1983.
“Ricardo Molina”. Córdoba, 1984.
“Ateneo”. Sevilla, 1985
“Carmen Conde”. Madrid, 1985”.
“Carlos Ortiz”. Miranda de Ebro, 1988.
“Cáceres, Patrimonio Mundial”. Cáceres, 1988.
“Castilla-La Mancha”. Toledo, 1988.
“Leonor”. Soria, 1990.
“Provincia de Guadalajara”. Guadalajara, 1990.
“Vicente Aleixandre”. Madrid, 1991.
“Tiflos”. Madrid, 1991.
“Rosalía de Castro”. Córdoba, 1992.
“Manuel Alcántara”. Rincón de la Victoria, 1993.
Beca del Ministerio de Cultura. Madrid, 1994.
“Blas Otero”. Majadahonda. 1996.
“Juan de Mena”. Córdoba, 1999.
“Ciudad de Torrevieja”. Torrevieja, 1999.
“Searus”. Los Palacios y Villafranca, 1999.
“Ciudad de Burgos”. Burgos, 1999.

ANTOLOGÍAS

Litoral Femenino (Lorenzo Saval). Málaga, 1986.
Poesía Contemporánea de Sevilla (J. Sánchez Menéndez). Sevilla, 1997.
Panorama Antológico de Poetisas Españolas, S. XV al XX. (Luzmaría Jiménez Faro). Madrid, 1987.
Conversaciones y poemas (Sharon Keefe Ugalde). Madrid, 1991.
Poesía Sevillana (1950-1990). Estudio y Antología (Pedro Rodríguez Pacheco y Javier Sánchez Menéndez). Sevilla, 1992.
Quinta Antología de “Adonais”. Madrid, 1993.
…Y el Sur (José García Pérez). Málaga, 1997.
The American Voice (Marjorie Agosin). Lousville, Kentuky, U.S.S. 1997.
Sevilla en la Comunicación poética (Ramón Reig). Sevilla, 1997.
Ellas tienen la palabra (Jesús Munárriz y Noni Benegas). Madrid, 1997.
Sevilla, en fin (Marie José Freixe). Francia, 2000.

ESTUDIOS

          La subjetividad desde lo otro en la poesía de María Sanz, Mª Victoria Atencia y Clara Janés (Sharon Keefe Ugalde). Revista Canadiense de Estudios Hispánicos, 1990
          Hacia la afirmación serena: nuevos rumbos en la poesía de mujer (Biruté Ciplijauskaité). Revista de Estudios Hispánicos nº 29, University of Wisconsin, Madison (U.S.A.), 1995.
          María Sanz´s landscape with soul: A woman´s vision (Biruté Ciplijauskaité). University of Manchester, England, 1997.
          Protagonistas y secundarios –Notas sobre poesía–. (José Luis Morante). Institución Gan Duque de Alba. Ávila, 1999.

          María Sanz, noviembre de 2000.


Nota Biográfica (2)

          María Sanz nace en Sevilla (1956). Estudia Bachillerato Superior (Letras) y afirma su vocación poética en 1981, fecha desde la que ha publicado más de una veintena de libros, todos gracias a diversos premios poéticos, entre los que destacan “Ricardo Molina”, “Carmen Conde”, “Cáceres”, “Castilla-La Mancha”, “Leonor”, “Vicente Aleixandre”, “Tiflos”, “Rosalía de Castro”, “Manuel Alcántara”, “Ciudad de Torrevieja”, “San Lesmes”, “Ciudad de San Fernando” y “Valencia”. Igualmente, el Ministerio de Cultura le otorgaen 1994 una Beca de Ayuda a la Creación.
          Entre sus títulos publicados se encuentran Cenáculo vinciano y otros escorzos (1985), Aquí quema la niebla (1986), Contemplaciones (1988), Jardines de Murillo (1989), Aves de paso (1991), Vivir por dentro (1992), Desde noviembre (1992), Paseo de los magnolios (1995), Tanto vales (1996), A cierta altura (1998), Domus aurea (1999), Tu lumbre ajena (2001) y Dos lentas soledades (2002).
          Ha intervenido en numerosos recitales poéticos, citando entre otros los del “Proyecto Juan de Mairena” de la Junta de Andalucía, y en el encuentro “30 años de Poesía Española”, celebrado en Sevilla en 1993. Asimismo, María Sanz figura en numerosas antologías y estudios poéticos, tanto nacionales como internacionales, estando traducidas algunas muestras de su obra al polaco, inglés, italiano, rumano, portugués, francés y braille.


Reseña biográfica tomada de la Antología 25 años de Poesía Searus, 2002




Obra: “LOS ÚLTIMOS VENCEJOS”
1º Premio, XXII Certamen de Poesía Searus, 1999



Los últimos vencejos de la tarde
entrecruzaron sus alas
y su clamor fugaz por los perfiles
de la ciudad barroca,
recién iluminada, cobijando
llamaradas azules
de un cielo que agoniza eternamente.
Los últimos vencejos
ponen música y brisa
a mis pasos cautivos
de las calles de ayer, vagar sediento,
como la antigüedad de esta mirada
sobre la que, en su luz, me reconozco.


Cuando se han distanciado
la vida y el misterio,
no hay nada que deslumbre
tanto como el paisaje
de la ciudad amada,
sus ígneas azoteas,
los perfiles airosos
de las torres, el cielo
dorándose en el oscuro.
Cuando no se conocen
otras elevaciones,
todo vuelve al origen
primaveral que un día
traspasó de belleza
su materia inmolada.

El encuentro con todo lo sentido,
dolor atrás, por estas viejas calles,
llámense Bab-Yahwar, Alcaicería
de la Seda, Açuayca
o de los Herbolarios,
me hacen pensar ahora
en que, después de un tiempo,
eso que yo creía
vivir, no era tal goce.
Una ilusión así, sobre una plaza
con su tarde brotando en el silencio
de la antigua mezquita, no debiera
diluirse jamás tras los tejados
verdinosos, a plena luz menguante.
Unos malvas, continua transparencia
de mi dolor, no habrían permitido
sentir su mortandad bajo otros cielos
que no fuesen los íntimos, más altos
todavía, a plena luz sangrante.

En los días difíciles, hundidos por la lluvia,
crucé miles de veces el corazón de aquello
que, sin saberlo, daba latido a mi tristeza,
en un gesto engañoso de lo más verosímil.
Entonces las campanas doblaban en el aire
recodos de tristeza. Noche antigua
que ahora continúa, sin regreso
a cuanto fue litúrgico escenario
de la ciudad nimbada por suspiros.
El postigo cerrado, las tinieblas
velando cada esquina, cada lauda
de la historia doliente, se entrecruzan
con un tiempo que no les pertenece,
con el tañido largo del silencio.

Tal vez un solo viento
consigue arrebatarle
su manto de tristeza
a la ciudad durmiente.
Cada almena levanta
su cáliz a la hora
de los malvas rotundos,
del cielo almibarado.
Jamás podrá calmarse
la sed de la muralla
mientras no se desborden
las gotas del rocío.
Hasta los arrayanes,
en su esplendor desnudo,
nunca fueron posible
antes de la alegría.
Eso que yo creía sentir se me escapaba
como el aroma oculto del nardo en la plazuela,
y caminando inmerso sobre tanto vacío,
elevo la mirada por si abarco este cielo
poblado de crepúsculos,
de aves nacaradas.
No, la vida no era
eso que aparecía, sino el advenimiento
de un resplandor cercano.
Ahora, cuando apenas insinuó,
después de mi fe ciega,
el gemido del gozo,
me revela despacio, muy despacio,
para más amargura,
la belleza sangrante
de esta ciudad agónica
que, en su defensa, hiere
a quienes, como yo, la atravesamos
con la leve pisada del recuerdo,
con la sola intención de eternizarla,
al igual que los últimos
vencejos de la tarde.

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