Premios Searus 2008-XXXI Certamen de Poesía


PREMIOS SEARUS 2008
XXXI Certamen de Poesía

Año de Edición: 2009
Portada e Ilustraciones: Manuel Ángel Gallego de Prada
Maquetación: Francisco Caballero Galván
Prólogo: Juan José Vélez Otero
Poetas:
Amaya Blanco García
Luis García Pérez


MATERIA VIVA
(PRÓLOGO A LA EDICIÓN DE SEARUS 2008)

            Hace ahora justamente casi un año que tuve el honor y la satisfacción de encontrarme en el acto de entrega del Certamen de Poesía Searus convocado por el Ayuntamiento de Los Palacios y Villafranca; fue algo que tuvo que ver con mi colección de poemas Declive, crisol y celosía; feliz circunstancia que me llevó, además de a recibir galardón en el bello Pueblo lejano cantado y evocado por el inolvidable poeta palaciego Joaquín Romero Murube, a interesarme y a conocer, si bien parcialmente, algunos de los aspectos más destacados de la ya fecunda y dilatada trayectoria de este Certamen en el panorama de las Letras Nacionales. Que en un Certamen Poético nacido en los albores de la primavera de 1978 haya superado ya exitosamente la treintena de ediciones y continúe año tras año de ininterrumpida convocatoria como uno de los más conocidos del panorama nacional es algo que, por si solo y con simbólica elocuencia, habla mucho y bien del Municipio palaciego, de su apuesta firme y decidida por la Cultura y de su compromiso con un género a veces tan minoritario y escasamente valorado como es la Poesía, tan alejado de las exigencias del marketing y de los imperativos de banalidad y consumo que en tantas ocasiones inspiran desgraciadamente y en mala hora nuestro tiempo.  Resulta de toda justicia, en consecuencia, reconocer al Municipio de Los Palacios y Villafranca, este pueblo de acacia y sol, de risa y de ternura, de cal y de matojos silvestres, agrio y dulcísimo a la vez en palabras de Romero Murube, su meritoria labor en la consolidación y en le mantenimiento de este relevante Certamen poético nacional, algo de lo que tiene buena parte de culpa el interés y la sensibilidad con la que los sucesivos Delegados de Cultura del Municipio –como es actualmente el caso de Claudio Maestre– han tratado y gestionado tradicionalmente el premio.

          Una simple ojeada retrospectiva al cuadro de ganadores de este Certamen corrobora, por otra parte, el amplio y variado espectro poético, estilístico y temático a que ha dado lugar su ya veterano bagaje lírico, en cuya nómina de ganadores abundan nombres relevantes en la Poesía no ya andaluza en particular sino nacional como Onofre Rojano, Daniel Pineda Novo, Emilio Durán, Francisco Mena Cantero, el trágicamente desaparecido Andrés Mirón, Manuel Fernández Calvo, Carlos Murciano, Víctor Jiménez, Jorge de Arco, José Antonio Ramírez Lozano, Enrique Barrero Rodríguez o Santiago Romero de Ávila (mi inmediato predecesor  en el Certamen con su barroca y suntuosa colección de Sonetos  desde la torre (Mi pecho era un terrón improductivo / en la mitad del bíblico barbecho / un viborezno herido e insatisfecho /  un gavilán famélico y cautivo) siendo así que como escribió Rogelio Reyes en el Prólogo a la cuidada edición de la Antología Poética 25 años de Poesía Searus (Antología Poética 1978-2002) la nómina de poetas galardonados tiene el marchamo de un reconocimiento público de alcance nacional.

          El fallo de la vigente edición que me corresponde presentar brevemente continúa a mi juicio en la senda de exigente calidad y buen hacer que tiene ya suficientemente acreditado el Certamen a lo largo de su trayectoria. La joven poeta Amaya Blanco (Málaga, 1979) se suma al representativo grupo de mujeres merecedoras de este galardón poético en el que, en una lista no exhaustiva, cabría citar con anterioridad los nombres de Rosa Díaz y María Josefa Roales (1979), Pilar Cruz de Arana (1982), Estrella Bello (1985) o Ana María Romero Yebra (1988).
          La autora es traductora de inglés, francés y árabe. Reside en el Puerto de Santa María desde hace cuatro años y trabaja actualmente para la Diputación Provincial de Cádiz, en un programa de cooperación con Marruecos. Estudió Traducción e Interpretación en Granada y tras concluir su carrera se especializó en árabe en Damasco, entre los años 2002 y 2003, y en El Cairo en 2004. En la poesía de Amaya Blanco, sustentada sobre su equilibrada y armoniosa elegancia expresiva, se desarrolla un proceso de interiorización vital y un ahondamiento expresivo que lleva a sus versos a discurrir por cauces de lúdica y serena introspección. Si ya en su primer libro, Letras de Tierra, galardonado con el Premio de Poesía El Ermitaño de El Puerto de Santa María la autora acertaba a plasmar, en palabras del poeta y crítico literario Jorge de Arco, un unitario conjunto en el que la fusión del hombre con la naturaleza discurría junto al turbador devenir de la propia conciencia, la autora malagueña profundiza ahora en los casi etéreos contornos de dicha conciencia para ofrecernos esta Materia viva cercana y palpitante, que trasciende los límites de la corporeidad y de lo tangible para acercarnos un universo propio de delicada y femenina belleza y sereno y estremecido pálpito. Si así plena de luz, / no pudieras ni verme, / abandona tus ojos, / tus sentidos vitales, / y entra, incorporal, en la floresta / imposible y polícroma, falaz e indiscutible / -coto virgen de caza- / donde reina mi espíritu. En este abandono de la cercana inmanencia, de los sentidos y de la mirada en la búsqueda última de la esencia de las cosas en el que se cifra la dimensión trascendida y trascendente de la poesía de Amaya Blanco y se dispone la íntima cascada de donde brota, con piel de agua, el manantial de sus versos; poesía exigente y depurada, siempre al filo de una abstracción energética y nunca agresiva, sincera en su emoción y atenta siempre a la esencialidad de la música y al rítmico y elegante fluir de la cadencia. A lo largo de siete poemas en los que el sustantivo Materia va recibiendo una evocadora y certera adjetivación, Amaya Blanco consigue urdir un universo propio por el que asoma la irreductible transparencia de la luz y la cotidianeidad de un amor anclado en la sencillez de lo diario. Poesía sensitiva, y de suave voz interior, esta bien urdida colección de poemas acredita la madurez lírica de su autora y permite con serio fundamento augurarle cercanos y nuevos éxitos a su bien templado y aquilatado universo poético personal.

          Poeta de amplio recorrido y ampliamente galardonado en numerosas convocatorias poéticas en todo el territorio nacional, el puertollanero Luis García Pérez, distinguido con el segundo premio, acredita su dominio del oficio en una colección de poemas en la que, bajo el expresivo título de Más allá de la mirada, tienen cabida desde la precisión de los sonetos clásicos de sonora armonía hasta poemas en los que se abandona todo constreñimiento formal para abrazar  horizontes de mayor libertad expresiva. Su bien trabada colección de poemas parte de un guiño cómplice y metapoético al lector anónimo y finaliza en una emocionada invocación espiritual de gran altura lírica. La poesía de García Pérez conjuga al tiempo profundidad y sencillez y sin renunciar al mejor poso de la tradición lírica clásica tiende su mano a la modernidad sin exageraciones ni estridencias, en un pausado equilibrio que el lector agradece vivamente.

          Sólo me resta concluir agradeciendo vivamente al Excelentísimo Ayuntamiento de Los Palacios y Villafranca su generosa labor de mecenazgo e impulso de la cultura y de la creación poética, de la que la presente edición (cuyo elegante y sencillo formato ha sabido mantener tan acertadamente a mi juicio el Ayuntamiento palaciego) constituye un nuevo botón de muestra y expresar mi más cordial y sincera enhorabuena a los poetas premiados en la presente convocatoria. 

JUAN JOSÉ VÉLEZ OTERO

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